2018: año Benito Coll y Altabás

Es habitual que en cada territorio se honre y se recuerde a sus hijos más destacados. Debido a ello, por ejemplo, el presente año está dedicado en Cataluña a la figura del gramático Pompeu Fabra por el 150 aniversario de su nacimiento. También, recientemente, en 2013, en Valencia se tributó el año al escritor Vicent Andrés Estellés, en el vigésimo aniversario de su muerte. En Aragón, pese a que tenemos algunas figuras destacables y sobresalientes, no somos muy dados a conmemorar y recordar a aquellas personas que dedicaron gran parte de su vida a trabajar, divulgar e investigar su tierra, …

Es habitual que en cada territorio se honre y se recuerde a sus hijos más destacados. Debido a ello, por ejemplo, el presente año está dedicado en Cataluña a la figura del gramático Pompeu Fabra por el 150 aniversario de su nacimiento. También, recientemente, en 2013, en Valencia se tributó el año al escritor Vicent Andrés Estellés, en el vigésimo aniversario de su muerte.

En Aragón, pese a que tenemos algunas figuras destacables y sobresalientes, no somos muy dados a conmemorar y recordar a aquellas personas que dedicaron gran parte de su vida a trabajar, divulgar e investigar su tierra, su cultura y su lengua.

En este sentido, el pasado 13 de enero se cumplieron 160 años del nacimiento de un personaje excepcional: Benito Coll y Altabás. Nacido en Binéfar (La Litera), fue, además de alcalde y abogado de su villa natal, el pionero en el estudio, promoción y trabajo de la lengua aragonesa. En efecto, sus obras: Colección de voces usadas en la Litera (1901), Colección de refranes, modismos y frases usados en el Alto-Aragón (1902), Colección de voces del dialecto alto-aragonés (1902) y Colección de voces alto-aragonesas (1903), son unas contribuciones fundamentales para conocer el aragonés del principio del siglo XX.

No obstante, este autor también sobresalió, sin duda, por ser la primera persona en dotar de un armazón teórico a la lengua aragonesa desde una visión netamente endógena. Este era un hecho inédito hasta ese momento, pues por aquel entonces se contemplaba al aragonés como un apéndice del castellano. Defendía, por tanto, unas ideas que, incluso hoy en día, más de un siglo después de su escritura, impresionan por su clarividencia.

De esta forma, destaca que Coll, sin respaldo bibliográfico ni de ninguna otra índole, discernía claramente las lenguas habladas en el Alto Aragón: aragonés, catalán y castellano. Además, fue el primer autor en realizar una clasificación dialectal justificada y, al mismo tiempo, realizó una descripción gramatical del aragonés teniendo en cuenta sus variedades.

Por otro lado, en 1902, confeccionó un pionero mapa lingüístico del Alto Aragón, en donde detallaba la extensión geográfica de los diversos dialectos. En ese mismo año, propuso la constitución de una Academia para la lengua aragonesa que permitiera la elección de una variedad representativa para su cultivo literario por parte de los escritores.

Asimismo, dado su bagaje en torno a esta lengua, Coll fue informante y colaborador de algunos de los más importantes filólogos de la época como Ramón Menéndez Pidal, Jean-Joseph Saroïhandy y Antoni Griera. Es decir, proporcionó datos lingüísticos en torno a nuestra lengua a la comunidad científica.

Sirvan, por tanto, estas sucintas líneas de homenaje y recuerdo a una persona que, por su labor y dedicación, bien merecería ser recordado por sus paisanos y, muy especialmente, por quienes, al igual que don Benito, aman nuestra tierra, lengua y cultura.

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