No a la cultura extraterrestre

Foto: 15M Delicias

Desde la Asamblea del 15-M Delicias y la Asamblea de Jóvenes del Barrio queremos denunciar lo que suponen los festivales Asalto, Asalto Fair y Zaragoza Ciudad, celebrados en nuestro barrio durante este mes de septiembre de 2016 y cuyo coste supera los 100.000 €. No es de extrañar que estos eventos ya hayan generado rechazo en el barrio como muestran las pintadas que están apareciendo en el Parque Delicias.

Este modelo cultural, impulsado por diversas instituciones entre las que se encuentra el Ayuntamiento de Zaragoza y por entidades privadas, representa una apuesta por un ocio alejado de las necesidades y problemas de la gente del barrio.

Concretamente, durante la preparación del Festival Zaragoza Ciudad, celebrado en la Plaza de la convivencia, borraron murales de Territorio Delicias para que artistas profesionales consagrados, traídos de otros lugares del Estado Español pintasen sobre lo que las gentes de nuestros barrios habían pintado -sin contraprestación económica alguna-, expresando reivindicaciones e inquietudes populares. Este tipo de actuaciones de aterrizar en un barrio, como elefante en cacharrería, arrasando lo que hay es precisamente lo opuesto a fomentar la cultura de los barrios.

Harina de otro costal es el Festival Asalto y su extensión Asalto Fair. Desde que a primeros de julio se anunciara el traslado de este Festival al Barrio de Delicias, para nosotr@s se encendieron todas las alarmas, ya que este festival ha nacido y crecido al calor y en paralelo al proceso de gentrificación del barrio de San Pablo (El Gancho). De hecho, en el propio acto de presentación del Festival, Zaragoza Cultural apuntó como uno de los objetivos del Asalto "colaborar en la regeneración de zonas y espacios en desuso, deteriorados o abandonados, dinamizar culturalmente Zaragoza y generar un recurso turístico diferenciado".

Los estudios sobre gentrificación están llenos de ejemplos de cómo este tipo de actuaciones culturales malversan y prostituyen discursos coherentes sobre el espacio público y constituyen un elemento destacado para iniciar los procesos de gentrificación.

En estos ejemplos se evidencia cómo la actividad de los artistas transforma la fealdad del espacio degradado y gentrificable en fuente de admiración e inspiración susceptible de atraer a grupos sociales con mayor nivel económico y cultural. Así se ayuda a los especuladores para a obtener el máximo beneficio del "espacio urbano degradado".

Esperemos que estos "artistas", en caso de constatarse la utilidad de sus actuaciones a los intereses inmobiliarios, tengan la coherencia del Blu, muralista italiano, que al enterarse que sus murales de Berlín se utilizaban como reclamo para la venta de pisos de lujo, los pintó de negro.

Sea coincidencia o casualidad, el anuncio del traslado del Festival Asalto a Delicias coincidió con el envío por parte de La Caixa de cartas de desahucio a un grupo de familias que habitan en lo que los especuladores llaman la pastilla central del barrio. Esta zona, que ya fue objeto de deseo de especuladores y cuya actuación quedó truncada por el estallido de la crisis, acoge hoy a las gentes más golpeadas de nuestro barrio por las políticas económicas criminales de nuestros gobiernos.

Mientras tanto, La Caixa y otras entidades financieras recuperan el interés en la zona y en los últimos años están invirtiendo importantes cantidades de dinero en imagen y en implementar mecanismos de control social blando en el barrio de Delicias que les faciliten la recuperación de los planes especulativos trazados con anterioridad a 2008.

Volviendo al asunto artístico, la organización del Festival Asalto, en un ejercicio de prepotencia y necedad, no ha tenido miramientos en destruir en el Parque Delicias las expresiones de gentes del barrio y barrios vecinos que son representativos de nuestra auténtica cultura, la de abajo. Así, se han borrado trabajos de grafiteros como: Sope, Amor, Rasen, Misk, Esor, Fure, Sher o Bais, entre otros.

Peor consideración merecen, rozando la obscenidad, las intervenciones artísticas que serán objeto de un futuro mapa para atraer turistas y que se han dedicado a llenar de todo tipo de cosas inservibles las calles cercanas a zonas llenas de miseria. Dicho sea de paso, zonas donde la respuesta institucional está siendo la amenaza de retirada del Ingreso Aragonés de Inserción a familias con menores a cargo, porque no pueden presentar un contrato de alquiler.

Ante estas actuaciones, las Asambleas del barrio creemos que el arte y la cultura no deben ser productos de consumo elitistas, tienen que ser del pueblo, surgir del pueblo y estar al servicio de sus necesidades y reivindicaciones. La inversión en cultura no puede basarse en traer artistas de fuera e invertir un dinero cuyos beneficios, una vez pasado el evento, se quedan en manos de algún promotor privado en vez de pasar a fortalecer el tejido social del barrio.

El empleo de dinero público en grandes eventos se da, además, al mismo tiempo que se ningunea a los artistas locales a los que se llega a tapar sus obras. Resulta así un modelo de inversión en los barrios que se olvida de lo más importante, sus gentes y que contribuye a convertir las ciudades en un mercado y no en un lugar dónde poder vivir con dignidad.

Llamamos a las instituciones a poner fin a esta farsa, a reflexionar y a cambiar sus actitudes y a poner el mismo empeño que han puesto en la organización de estos festivales, en frenar las agresiones y tropelías que bancos como "La Caixa" cometen a diario en nuestro barrio. Es necesario impulsar la cultura en nuestro barrio, pero tenemos que ser los vecinos y vecinas quienes participen en producirla y, así, represente sus intereses y reivindicaciones.

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